viernes, 17 de febrero de 2017

El día que mi inocencia se marchó

Un día de navidad cuando apenas tenía 9 años, todo se derrumbó en esta Navidad algo cambió.

Pocos días después de darnos las vacaciones de Navidad, al llegar a casa de mis tíos y me encuentro a mi prima con un bonito móvil, con el que se podía echar fotos, mandar mensajes, todo lo que era un lujo cuando se tiene 18 años (edad de mi prima). En el discurso de la tarde, se me ocurrió preguntarle a mis padres, por qué ella ya tenía su regalo y a mi aún todavía no me han llegado los reyes.

Mis familiares después de intentar pasar de mí varias veces a la tercera le digo que de una vez me digan por qué ella tiene su regalo y yo el mío no, y mis padres utilizando mi inocencia me dice que ella ya es mayor y que su regalo es por las magníficas notas del 1er trimestre en su curso de bachillerato.

Todo iba bien, yo creí eso que me dijeron mis padres, pero esa noche me quedé a dormir con ella y yo aún intrigado, le vuelvo a preguntar a mi prima y ella me dice que ese es su regalo de reyes. Todo empezó a darme vueltas, estábamos a 23 de diciembre ¿cómo que le había llegado su regalo de reyes? Y ella me dice rotundamente que no, que los reyes no existen, pero que no me lo han querido decir porque aún soy pequeño y yo me eché a llorar.

A la mañana siguiente al encontrarme con mis padres y decirle de lo nuevo que me había enterado ellos me lo intentaron ocultar, pero ya no había marcha atrás. Ante mi profundo disgusto mis padres me compraron mi regalo, pero con una condición, que como yo ya era grande, no se lo podía decir a mi hermana.


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